Programa:

• MISÈRE AU BORINAGE (Joris Ivens, Henri Storck, Bélgica, 1934, 28’)
• LE CIEL, LA TERRE (Joris Ivens, Francia, 1966, 28’)

La conjunción entre el arte y la política representa una de las revoluciones culturales más fascinantes del siglo XX. Joris Ivens es indiscutiblemente uno de los referentes del cine con profundas implicaciones sociales y políticas. No es de extrañar que encarnara a la perfección los principios del arte comprometido a lo largo de gran parte de su filmografía. Difícilmente podría encontrarse a otra personalidad del mundo cinematográfico más implicada socialmente que Ivens, dado que su trabajo como cineasta era una extensión directa de su condición de férreo socialista.

En sus memorias llegó a definirse como “un cineasta, activista, seguidor del movimiento revolucionario y servidor de quienes luchan por la dignidad y la libertad”. Y así lo demostró a lo largo de las dos grandes etapas del cine político-social del siglo XX: primero, bajo los ideales propagandísticos de las potencias dominantes -Europa, URSS y Estados Unidos- (1920-1960), y luego, bajo la influencia del sentimiento revolucionario en los territorios más pobres y oprimidos del planeta (1960-2000). Ivens supo adaptarse creativamente a los cambios y avances sociales más representativos de aquellos años, reflejando el mundo en el que le tocó vivir.

La militancia de Ivens encuentra su plena confirmación en la década de 1930, cuando abraza directamente el socialismo soviético. Es en este momento cuando surgen sus primeras creaciones motivadas por un fuerte compromiso social. Este fue el punto de partida de Misère au Borinage (Miseria en Borinage, 1934), una producción en la que expuso las duras condiciones de vida de la comunidad minera residente en la región de Borinage. Para ello, empleó todos los recursos a su alcance, desde material de archivo hasta situaciones reales reconstruidas mediante una cuidadosa mise en scène. Para su segunda gran etapa militante, Europa pierde relevancia debido a la enorme problemática colonial presente en todo el planeta. Aquí la reivindicación social agitprop da paso a un enfoque más puramente revolucionario y anticolonial, tal como puede apreciarse en Le Ciel, La Terre (El cielo amenazador, 1966). Esta película lo convertía en el primer cineasta en abordar el conflicto vietnamita, exponiendo la difícil situación de este pueblo a merced del imparable imperialismo americano. 

Apenas queda más por decir sobre el carácter militante de Joris Ivens, excepto reiterar su generosidad hacia la lucha obrera, las mejoras sociales y la defensa de los oprimidos. Esto formaba parte intrínseca de su carácter y su obra, como lo confirmaron las innumerables condecoraciones recibidas a lo largo de su vida, incluido el Premio Mundial de la Paz otorgado en 1955. Sin quererlo, Ivens se convertió en parte involucrada de la historia de todo un siglo.

Severiano Casalderrey Conde