Chantal Akerman nunca quiso filmar en Israel. Estaba convencida de que la neutralidad no existe y que su subjetividad se interpondría en su camino. Estaba segura de que solo podría reflexionar sobre "la cuestión de Israel" mientras se encontrara fuera del país. Sin embargo, durante una breve estancia en la Universidad de Tel Aviv, decide hacer una película. A través de la ventana de su apartamento filma imágenes cotidianas y reflexiona sobre su familia, su infancia, su identidad judía, la sociedad y la política.