Una de las vías de lucha contra el cambio climático debe ser, necesariamente, la cultural. La forma de vida y el modo de producción dominantes tienen bases tanto materiales como ideológicas, y a veces no es fácil saber cuál va antes y cuál después. The Fast and the Furious: A todo gas podría representar la culminación de la cultura fosilista: estrenada en 2001, cuando el fin de la historia parecía que iba en serio, fue entendida como una oda a los coches, las motos, la velocidad y el quemar rueda. ¿Debemos, por tanto, condenarla como arma del enemigo en nuestra búsqueda de una cultura nueva para un mundo nuevo? ¿Se puede salvar algo? No lo tenemos claro, pero creemos que como mínimo hay que discutirlo.

En la primera entrega de la franquicia Fast & Furious, un policía de Los Ángeles debe decidir dónde reside su lealtad cuando se enamora del mundo de carreras que ha sido enviado a destruir. Es una película fosilística sobre la familia, las estructuras de poder y el refugio en tiempos de crisis.

Presentación y coloquio a cargo del colectivo Contra el diluvio, que nace como un modesto intento de contribuir, de forma accesible pero rigurosa, a un movimiento contra el cambio climático y sus consecuencias.