La Casa Lobo nació de una idea que hemos puesto en práctica en diferentes cortometrajes, que consiste en llevar a cabo un juego de rol como directores. Cuando hacemos películas, preferimos vestirnos con la piel de otro. Creemos que es una forma de pensar sobre cómo se crean las nociones de identidad. Para "La casa Lobo" nos inspiramos en el caso real de Colonia Dignidad, una secta fundada por alemanes en el sur de Chile, infame por el régimen de terror impuesto por su líder Paul Schaefer y por las profundas colaboraciones con la dictadura de Pinochet.
Nos imaginamos que éramos los productores audiovisuales dentro de la colonia. ¿Qué pasaría si Paul Schaefer, el líder de esta secta, hubiera sido una especie de Walt Disney? ¿Qué historia hubiera contado?
Entendemos nuestras películas como rituales, invocaciones o hechizos. Imaginamos la película como un conjuro en el que una conciencia intenta someter a otra y también una proyección de todas las obsesiones de la secta y probablemente también de Chile: obediencia, fe, raza y relación con el mundo exterior.
Cuando comenzamos a trabajar en nuestros cortometrajes no sabíamos a ciencia cierta si estábamos haciendo un cortometraje o un video arte, si hacíamos una obra abstracta o una más narrativa. Queríamos hacer obras audiovisuales donde lo orgánico, material y precario estuviera en la base del relato y no sólo como un elemento visual o decorativo.
Con La Casa Lobo quisimos hacer un largometraje que se cae permanentemente a pedazos y se reconstruye nuevamente. Nos gusta lo orgánico, accidental, precario y en constante crecimiento en oposición a lo preciso, controlado y definido. Tratamos de imaginar que todo es material y por lo tanto puede ser transformado, rearmado y desorganizado; no sólo los objetos, espacios y cuerpos, sino también las estéticas y la historia.
La Casa Lobo nos presentó la posibilidad de crear un mediometraje donde la belleza, el miedo, el desorden y la narrativa nacen de los mismos elementos orgánicos en permanente estado de cambio. Se trata de la historia de una hermosa joven que es tomada prisionera, pero es también la historia de un mundo físico y mental que se cae a pedazos, destruyéndose y volviendo a reorganizarse.
La Casa Lobo es un animal en un estado de permanente mutación. La película se mueve de la misma manera que lo hace la casa: perdiendo su dirección y finalmente contando la historia de esa ruta nueva y desconocida.
Cristóbal León y Joaquín Cociña