Con un conflicto familiar latente por el futuro del patrimonio, la realizadora viaja hasta el pirineo de Navarra con la mirada puesta en viejas tradiciones familiares. Sus límites morales se hacen presentes en el proceso, cuando se adentra en casas viejas y se aproxima a familias que, como la suya, han sido marcadas por una antigua tradición hereditaria: la del heredero único.