Podría ser exótico pero es exhilarante. Visitamos la catarsis, sudores y picores de un coleccionista de canciones navideñas que cura su pena a base de renos, trineos y Santa Claus. Nos adentramos en una subcultura obsesiva de señores algo dañados y a ratos avergonzados (medio en broma) por su fijación patológica. Pero es un periplo de laceraciones, iluminaciones y limpiezas. Para todos estos collectors hijos del desamparo, las canciones navideñas son un bálsamo: el protagonista y director Mitchell Kezin, hijo de padre ausente y víctima inocente de divorcio, decide que la Navidad es un chasco hasta que escucha "Blue Christmas" de Miles Davis. El filme se va desarrollando en varios frentes: como un canto a la magia y el poder redentor de la música; como una oda a la familiaridad, el ritual y la tradición; como una defensa de todas esas canciones navideñas raras, irónicas o melindrosas. Conoceremos a muchos enfermos del sonido como Bill Adler (ejecutivo de Def Jam), pero también las canciones, discos y artistas que les curaron. El elenco es de infarto: ¿The Free Design, Bob Durough, Clarence Carter y Run DMC? ¿Wayne Coyne de The Flaming Lips, Alan Sparhawk y Mimi Parker de Low, y Elvez? Jingle Bell Rocks es tan entrañable como la Navidad, pero mucho más sorprendente. KIKO AMAT.