Uno de esos españoles de los que nadie se olvida. Gila consiguió con maestría retratar mediante sus dibujos y monólogos aquella España que le tocó vivir. El genio del humor que padeció en el frente la cruenta guerra entre compatriotas. Quizá, fue allí, en la intimidad de la trinchera, mirando a los ojos al monstruo de la guerra, donde decidiera hacer de la ironía su mejor aliada en la denuncia del sinsentido de la misma. Creador de un humor particular e irrepetible, al tiempo que fuente de inspiración para nuevas generaciones de cómicos. Una vida repleta de aventuras dignas de un personaje merecidamente elevado a la categoría de maestro, que despierta nuestra memoria y nos recuerda que la eternidad aguarda al otro lado del teléfono.