El pueblo malgache es capaz de sacar algo de la nada: los neumáticos sirven para hacer zapatos, las bombillas usadas se convierten en lámparas de aceite. Un estilo de vida sostenible que impulsa el reciclaje, la fraternidad, la autogestión y que tiene mucho sentido en una época de crisis global. “Los chinos fabrican cosas, los malgaches las reparan”