Este mes, Cinezeta desentierra tres obras extremadamente singulares cuyos autores quedaron en la oscuridad por comprometerse, de forma radical, con sus propias visiones. Bien por lo oscuro de su lenguaje o lo extremadamente autoral de sus códigos, estas películas fueron indescifrables para una audiencia mayoritaria: pioneras como Wax, or the Discovery of Television Among the Bees (David Blair, 1991), hito tecnológico y primera película distribuida en internet; manifiestos personales como Reflections of Evil (Damon Packard, 2002), por la que el autor fue vetado de por vida en los parques temáticos de Universal; o películas perdidas durante años, como Crime Wave (John Paizs, 1985), recientemente recuperada y restaurada en 2K. Además, en una sesión especial dedicada a lo real, reflexionamos sobre el potencial documental y afectivo del archivo doméstico a través de Los continentes (Pedro Kanblue, 2020) y ¿Para qué sirve un zeide? (Ilán Serruya, 2018).