«Las películas son actos poéticos antes que espectáculos. Soy un formalista, pero la forma es una expresión de la sensibilidad». Con estas palabras explicaba Guy Gilles el poderoso aliento poético y utópico que atraviesa sus películas, objetos frágiles y misteriosos de una intensidad insólita. La belleza fugaz del mundo cobra en las imágenes de Gilles un significado profundo, que se debate con el desamor, la melancolía y el desencanto ideológico de sus personajes. Las tres películas que componen este ciclo representan algunos de los mayores logros del cine francés de los años 60.