Los fragmentos de cine mudo colombiano que se han conservado son aquí reinterpretados y recontextualizados por la mano maestra de Luis Ospina y Jerónimo Atehortúa, en la película póstuma del primero. Lo que puede ser considerado los vestigios de un país desaparecido, son aquí el punto de partida de un melodrama que anula la politización de la vida pública para mostrar la sublimación de una pasión por el cine que trascienda las lagunas de una historia fragmentaria.