Encarna está a punto de cumplir 99 años. Pero cada noche sueña que aún juega a baloncesto como en 1931, cuando la bautizaron como “La niña del gancho”.

Como hace 70 años, cada día lee el diario, guarda las noticias sobre deporte femenino y las plastifica para su archivo personal. Ya que nadie se acuerda de las mujeres pioneras del baloncesto, lo hace ella.

Encarna Hernández nace en Lorca, Murcia, el 23 de enero de 1917. Llega a Barcelona el 1927 para que su padre trabaje en la Exposición Universal de 1929. Su padre consigue ahorrar y compra un piso en la calle Entença, donde viven 11 hermanos y los padres. Su pasión por el baloncesto empieza a los 13 años, cuando quien será su marido y su cuñado construyen un campo en el barrio para jugar a baloncesto. Allí juega con chicos y chicas del barrio. Era el momento de la República.

Su pasión por el baloncesto la convierte en la máxima anotadora absoluta del Atlas Club, por encima de los hombres. Se prepara para participar en la Olimpiada Popular cuando estalla la Guerra Civil. Tras la guerra, la Falange busca una entrenadora para el equipo de baloncesto de la sección femenina... y la nombran Instructora de Baloncesto para que haga mujeres fuertes y sanas para la patria.