Que una institución tan relevante como la Cineteca de Matadero Madrid centre su atención durante todo un mes en el sonido es, sin duda, algo excepcional y digno de celebración. Pero también debe invitarnos a pensar: ¿Por qué algo así nos resulta desacostumbrado? ¿No es el sonido un componente básico de eso que seguimos denominando “medios audiovisuales”? ¿Nos parecería igual de raro —o de celebrable— que este mismo centro cultural dedicase un mes de su programación a “la imagen”?

Estas preguntas revelan la radical asimetría que rige las relaciones entre el dominio de la escucha y el de la visión. Un profundo desequilibrio que, ciertamente, encuentra manifestaciones en muchos y muy diversos órdenes de nuestras vidas, pero cuyos reflejos (y reverberaciones) en el arte cinematográfico gozan de una especial intensidad. Por ello el análisis de unos cuantos “casos de estudio”, extraídos de la programación que presentará la Cineteca este singular mes de febrero de 2022, puede ayudarnos a reflexionar acerca de qué es —o qué podría ser—, hoy, “lo audiovisual” (e incluso cuestionar la vigencia de este término).

Las experiencias casi táctiles del cinemista José Val del Omar; esa otra forma de desbordamiento apanorámico que nos propone Isidoro Valcárcel Medina en su particular versión de la película de Robert Bresson Un condenado a muerte se ha escapado; la patológica obsesión por el sonido de los respectivos protagonistas de La conversación, de Francis Ford Coppola, y de Blow Out, de Brian de Palma; la no menos enfermiza relación con la voz —y su ausencia— de Elisabet Vogler (el personaje interpretado por Liv Ullmann en Persona, de Ingmar Bergman); las composiciones musicales —rechazaremos aquí usar el término “diseño sonoro”— que forman parte integral de películas como Cabeza borradora, de David Lynch, Mi tío, de Jacques Tati, o Tiempos modernos, de Charles Chaplin… Todo ello puede servirnos para renovar nuestras formas de escucha, y para transformar las salas de la Cineteca, al menos por unas semanas, no en un auditorio —¡por favor!—, sino en algo mucho más parecido a la propia vida.

Miguel Álvarez-Fernández

ENTRADA GRATUITA HASTA COMPLETAR AFORO

Foto: © Xavier Plágaro