El agua y lo líquido serán los motivos conductores y temáticos de esta sesión. La riqueza acústica de la infinita variedad de sonidos relacionados con el agua ha suscitado el interés de numerosas propuestas de música experimental.
> Comisariado y presentado por Miguel Álvarez-Fernández.
En esta tercera sesión de ciclo navegamos a través de diferentes propuestas sonoras que toman el agua, en sus diferentes formas y estados —y de manera más literal o más metafórica—, como tema o como fuente de inspiración.
Resulta apropiado, en ese sentido, comenzar con una breve pieza titulada Tras el deshielo, cuya audición nos sirve para recordar a un autor recientemente desaparecido, Juan Antonio Nieto —Pangea— (1961-2022). Su música también sonará en la despedida de esta sesión, de nuevo con una textura atmosférica que crece y se transforma gradualmente, y que según su autor nos llega Desde la orilla.
Un universo sonoro muy diferente es el que configura Josep Manuel Berenguer (1955) en Cuestión de aguas, nubes y sueños, un sutil trabajo electroacústico que parte de varios registros del pasaje sonoro del río Baker, el más caudaloso de Chile, y los procesa media mediante técnicas de convolución y modulación de amplitud.
Otra figura fundamental en la historia de la composición electroacústica catalana se suma a las elaboraciones acusmáticas de Berenguer: Andrés Lewin-Richter (1937). Su obra On Freesound Water también se basa en el procesamiento digital de muestras de sonido preexistentes, en este caso grabaciones extraídas de la base de datos Freesound (https://freesound.org/), creada con motivo de la International Computer Music Conference (ICMC) de 2005, que tuvo Barcelona como sede y representó una cita memorable para buena parte de la comunidad artística y científica relacionada con la creación electroacústica.
Pocos autores españoles han dedicado más atención a las dimensiones acústicas propias del agua que José Val del Omar (1904-1982), pero las manifestaciones pioneras de esa fascinación obsesiva ya se presentaron en la primera sesión de este ciclo (mediante un fragmento sonoro extraído de Aguaespejo granadino). Igual que los ríos se bifurcan y afluyen —a menudo de maneras inesperadas—, Niño de Elche (1985) recogió, en su disco La distancia entre el barro y la electrónica. Siete diferencias valdelomarianas, algunas de esas intuiciones apuntadas por el cinemista granadino y las elaboró en piezas como la “Malagueña planetaria” (cuarta diferencia) y “Bailan sin saber por qué” (quinta diferencia).
Procedentes de otros contextos artísticos, como el arte conceptual o el llamado arte radiofónico —tradiciones tan impuras y promiscuas, eso sí, como el flamenco—, Concha Jerez (1941) y José Iges (1951) proponen, en La ciudad del agua (extensa obra dedicada a la Alhambra granadina), un mosaico sonoro del que aquí rescatamos algunas teselas, confiando en que estos pequeños destellos acústicos puedan evocar la naturaleza fragmentaria y heterogénea de la obra “original” (que, como tantas otras de Iges y Jerez, se compone principalmente de materiales sonoros encontrados —a la manera de los objets trouvés o ready-mades duchampianos— que los autores, actuando como disc-jockeys o pinchadiscos, recontextualizan, superponen y remezclan).
Con una solidez conceptual y acústica infinitamente menos miscelánea, pero siempre en una estética coherente con los planteamientos y valores propios del movimiento Fluxus, Per la sete dell'orecchio nos ofrece una honda meditación sobre el paso del tiempo, sobre la escucha y, quizá, sobre la naturaleza efímera de eso que seguimos llamando sonido. En tanto que fue uno de los tres fundadores del grupo Zaj, su autor, Walter Marchetti (1931-2015), debe ser considerado parte —fundamental, por lo demás— de cualquier posible historia de nuestra música experimental.
Como muestra representativa de ciertos planteamientos estéticos propios de las generaciones de artistas más jóvenes, “Mar contra todo”, una pieza del dúo Atthis —formado por Raquel Martínez Muñoz (1982) y David Coello (1977)— que forma parte del disco Una botánica propia, incorpora los sonidos de un piano que no renuncia a la melodía (cortejada, además, por contundentes acordes), pero que se va disolviendo en una indiferenciada masa acústica cercana a las más oscuras texturas ambientales.
El año pasado no solamente nos dejó prematuramente el antes homenajeado artista Juan Antonio Nieto —Pangea—, sino que también falleció, con sólo 58 años, el compositor Alfonso García de la Torre (1964-2022), un referente no sólo en el ámbito de la creación electroacústica, sino también como intérprete de sintetizador y otros instrumentos electrónicos y, especialmente, como maestro de varias generaciones de músicos. Su pieza Acuarela, creada junto al flautista Roberto Casado y la bailarina y coreógrafa Michelle Man, vincula los gestos instrumentales y electrónicos con el movimiento danzado.
El colectivo Sin Red, surgido en 2002 e integrado por Chefa Alonso (saxo soprano, percusión menuda), Víctor M. Díez (poemas, objetos), Cova Villegas (voz) e Ildefonso Rodríguez (saxos, clarinetes, juguetes) ofrece, en “Bajo el agua” —pieza integrada en el disco Aguacero— una paradigmática muestra de improvisación libre en la cual voces reminiscentes de la tradición de la poesía fonética se fusionan con heteróclitos sonidos instrumentales, siempre frágiles, y con textos ubicados en los límites de la inteligibilidad.
Desde otro ámbito estético bien diferente, “Waterhands” —fragmento final del disco Rime— es una propuesta de Sacromonte, es decir, Alberto R. Lucendo (1983). Deudora de su experiencia en la creación de música para cine, así como de ciertas aproximaciones al post-rock, esta composición también contrasta con la austeridad formal característica del trabajo de Cristina Palmese (1960) y José Luis Carles (1954), cuyas creaciones e investigaciones en torno al paisaje sonoro constituyen una de las más claras referencias en el contexto cultural español. “Ciclo del agua”, segundo de los pasajes que conforman el proyecto Secuencias sonoras del Guadarrama, se basa en grabaciones de campo realizadas durante la primavera de 2007 en el Valle de la Barranca, que se despliega entre los municipios de Navacerrada y Becerril de la Sierra, en el noroeste de la Comunidad de Madrid.
No está claro si, al final de esta audición, las aguas vuelven a su cauce, o si más bien permanecen musicalmente desbordadas. En todo caso, Pangea —Juan Antonio Nieto— nos despide, o quizá nos saluda, Desde la orilla.